Quedan
5 minutos para el final del 3Q en el tercer partido de las series que los Heat
van ganando a los Knicks por 3-0. Un balón suelto en el parqué del Madison
Square Garden acaba en las manos de Baron Davis. Wade y Mike Miller corren a su
lado, pero él sabe perfectamente lo que tiene que hacer. Lo ha hecho miles de
veces, en Los Angeles, en Charlotte, en San Francisco, en todos los pabellones
que ha pisado a lo largo de sus 13 años como profesional. Pero esta vez no sale
bien. Al apoyar con fuerza la pierna derecha para entrar a canasta, su rodilla
vuelve a ir por su cuenta. No hace falta exploración, Baron sabe lo que ha
pasado. Sus ligamentos han vuelto a dejarle tirado y esta vez quizá sea la
última. Rotura del cruzado anterior, del lateral interno y del tendón que
sujeta la rótula. Lesión compañera, casi familiar.
Todo
comienza cuando, en su primer año en UCLA, un impresionante Baron Davis se lesiona
el cruzado anterior. Una torcedura, nada que acabe con su carrera; Davis es
joven y en UCLA se trabaja muy bien físicamente a sus jugadores. Se recupera
para su segundo año convirtiéndose, incluso, en un jugador más agresivo, rápido
y físico. En resumen, explosivo. Acaba su etapa universitaria promediando 14
puntos y 6 asistencias, siendo una de las joyas de la clase del draft de 1999.
Elton Brand termina siendo número 1 elegido por los Clippers y, Steve Francis
de por medio, Davis sale elegido en el número 3 por los entonces Charlotte
Hornets.
Titular indiscutible desde su año Sophomore,
Davis y los Hornets, a caballo entre Charlotte y Nueva Orleans, llegan a
Playoffs en años sucesivos, cayendo antes de alcanzar las finales de
conferencia, aunque siempre combatiendo en las rondas previas: primero dan la
campanada y eliminan a los Heat de Hardaway y Alonzo Mourning con un 3-0 (por
aquel entonces las series eran a 5) y luego se lo ponen difícil a los mejores
Bucks de los últimos tiempos. En estos años, Davis adquiere categoría All Star,
pero las lesiones de diversa índole y sus supuestos problemas con los
diferentes entrenadores acaban forzando su salida en 2005, con destino a su
California natal, para jugar en los Golden State Warriors de Don Nelson y los Jason Richardson, Stephen Jackson, Matt
Barnes y un joven recién salido del instituto, Monta Ellis.
Con
los de San Francisco exhibe todo su potencial en un esquema de juego basado en
la velocidad y los resultados de anotaciones altas. En su segundo año, consigue
meter al equipo en PlayOff después de una temporada regular, marcada por una
operación de rodilla que le deja en el dique seco varios meses. En primera
ronda, como octavos, vencen por 4-2 a los Mavericks, que venían de lograr 65
victorias y eran firmes candidatos al anillo, y, en segunda ronda, Davis
alcanza su momento álgido realizando unas series espectaculares contra Utah
Jazz, en las que los de Salt Lake City se vieron obligados a realizar un juego
duro para contener al base y al potente juego exterior californiano. Surgió
efecto y Golden State volvió a caer eliminado, pero Davis ya había dejado su
impronta en el mundo del baloncesto.
26 puntos y 7 asistencias por partido,
amén de un mate categórico sobre Andrei Kirilenko que se grabó en las retinas
de los aficionados, obligaron al mundo baloncestístico a rendirse ante uno de
los jugadores más en forma de la temporada. Dos años más sin rastro de lesiones
parecían presagiar un futuro brillante para Baron, que seguía aumentando
estadísticas con más de 20 ppp y 8 asistencias durante dichas temporadas. Sin
embargo, el paupérrimo camino en Play Off de los Warriors, así como las
fricciones personales con Don Nelson, llevaron a Davis a probar suerte como
agente libre y recalar en los Clippers en 2008. El base jugaría en la “otra”
franquicia de su ciudad, ahora huérfana tras la marcha de Elton Brand a
Philadelphia, pero ya nada era lo mismo. Después de unas temporadas sin mucho
ruido, los Clippers traspasan a Baron Davis a los Cavaliers post-LeBron y, en
ese mismo verano, unos Knicks necesitados de un organizador de juego le
contratan como agente libre. Parecía que podría cerrar su carrera como es
debido, aunque problemas en la espalda debido a una hernia hacen que se pierda
gran parte de los partidos de esta temporada, lo que conlleva a la apuesta de
los Knicks por Jeremy Lin y la explosión del fanatismo por el jugador asiático.
La lesión de Lin vuelve a dar una oportunidad a Davis, que juega un gran primer
partido contra Miami y mantiene un digno nivel a lo largo de la serie, pero ya
sabemos que esta historia no acaba bien.
Con
un tiempo estimado de recuperación de 12 meses, lo más lógico es que Baron
Davis ya haya jugado su último partido como profesional. Se pierde, así, al que
en su día fue uno de los bases más completos de la liga, capaz de anotar,
asistir y robar, y, a su vez, se une a la larga lista de grandes jugadores que se quedan sin anillo de
campeón. En la memoria quedarán aquellos años en San Francisco, aquella barba
Hardeniana, aquel póster a Kirilenko y, sobre todo, aquel jugador que pudo ser
mucho más de lo que sus rodillas quisieron que fuera.
by @NotColdStats
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